sábado, 19 de noviembre de 2016

FORD, RICHARD FORD ( o de cómo leer se convierte en otro vicio de andar por casa... )

Poco antes de que le fuera concedido el premio Princesa de Asturias de las Letras, yo había empezado a leer "Incendios " , de Richard Ford.

      No sé bien cómo llegué a esa novela.

Normalmente, me guío por una especie de "intuición" adquirida con los años: en la contraportada, más que un simple resumen o descripción, suele figurar una invitación a comprar el producto, a veces incluye una cita de algún lector o crítico ilustre hablando de las bondades del libro en sí.
No importa lo altas que sean las expectativas creadas y si se corresponderán ( o no ) al acabar la lectura. Como digo siempre, no van a decir "este libro es una verdadera porquería, no lo compre ".

De modo que, según los casos, antes de ir a la librería, suelo tratar de informarme un poco, aunque a menudo, es más de lo mismo: las críticas hoy en día suelen ir encaminadas a alabar un libro o un autor de rabiosa actualidad. Es difícil encontrar en ciertos medios una mala crítica, un mal comentario acerca de una obra que desaconseje su compra.

Muchas veces suelo acudir a internet, entrar en páginas web de reseñas ( más que de críticas ) y fiarme del parecer del lector, seguramente, mucho más afín y seguramente terrenal que la mayoría de críticos de medios " mayoritarios". Pero la mayoría de las veces, creo que es el propio libro el que deb decirme " algo " a la hora de adquirirlo. Y no sabría bien decir en qué consiste ese " algo "...

Como quiera que sea, tomé la edición de Anagrama del libro de Richard Ford y lo acabé con bastante rapidez. A pesar de ser una obra que remite a aspectos algo tópicos de la vida norteamericana en los años sesenta, lo que podría evidenciar un cierto " desfase " y hacer que el lector se halle algo fuera de lugar y tiempo, la prosa de Richard Ford es certera, y , en lugar de repelernos, nos atrae de un modo inapelable. La descripción de sentimientos y situaciones es uno de los aspectos más fuertes de Ford. Consigue plasmar con ese virtuosismo suyo, pensamientos, momentos y vivencias de una manera impactante, como una patada directa al corazón.



 A través de los ojos de un adolescente, Joe, que narra en primera persona algunos hechos acaecidos cuando contaba con dieciséis años, somos arrastrados a través un torbellino sentimental que marca su existencia. A principios de Otoño, mientras vive en Great Falls ( Montana ) con sus padres, el joven asiste al enamoramiento de su madre por otro hombre, al tiempo que su padre se escapa a las montañas para combatir los incendios ( de ahí el título ) que han aparecido en los bosques cercanos.

A los padres de Joe se les va de las manos la relación, ya de por sí bastante maltrecha, principalmente por su situación laboral: Jean, la madre, no trabaja, y Jerry, el padre, acaba de perder su trabajo como instructor de golf en la base aérea, lo que acrecienta las diferencias entre ambos. Así las cosas, y coincidiendo con que su marido ha corrido como un poseso con las brigadas antiincendios, como si tuviese una misión trascendental que cumplir, la madre parece no poder ofrecer resistencia a su pasión por otro hombre y se entrega totalmente al adulterio...

En el centro de este huracán de sentimientos se encuentra Joe, tratando de analizar lo que sucede a su alrededor: por qué su padre, un tipo elegante, paciente y siempre razonable, siente de pronto la imperiosa necesidad de alistarse en las brigadas forestales y correr al monte a tratar de dominar los fuegos que cercan Great Falls.
O por qué su madre, una hermosa y afable mujer cae irremisiblemente en los brazos de un hombre algo mayor, sin atractivo aparente.

 Como es de esperar, las vidas de todos los personajes, especialmente la de Joe, ya no volverán a ser iguales a partir de esos acontecimientos. Joe asiste extrañado, tratando de comprender algo de por sí bastante difícil: lo imprevisible del amor, lo extraño de las relaciones humanas y lo frágil de los sentimientos...en resumen, lo poco ( o lo mucho ) que basta para destrozar la estabilidad de una familia, de un matrimonio. Posiblemente hay un paralelismo más que buscado entre lo volátil de los sentimientos y los imprevisibles incendios de las montañas que azotan los alrededores de Great Falls.

La historia de amor de Jane y Warren ( el hombre que reemplaza a Jerry en el corazón de la madre de Joe ) se narra en escenas puntuales pero crudas, certeras, llenas de detalles. Por poner un ejemplo, la cena en casa de Warren podía pasar por un pasaje aparentemente inocente, narrado desde la perspectiva de un joven algo aburrido o indiferente, que busca su espacio entre adultos; pero en realidad suceden muchas cosas...entre otras, asistimos al momento en el que prende la pasión entre ambos y ya nada parece poder detenerla.

Richard Ford narra historia plagada de " pequeñas cosas ", en la que los pensamientos de Joe juegan un papel crucial, puesto que, como he comentado, la historia es contada a través de lo que oye, ve, siente y piensa. El autor es muy hábil a la hora de describir escenas que parecen cotidianas pero que esconden mensajes subterráneos, donde se adivina mucho más de lo que se narra. Joe parece no juzgar las actitudes de la gente que tiene alrededor, simplemente asiste como un testigo incapaz de reaccionar ante lo que sucede.


 Altísimamente recomendable, esta novela es una de las mejores que he leído en mucho tiempo.


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